Bebes o Derramas
La Vida es un Putazo, Tú Decides si te Sientas a Convivir con Él y Explicarlo o lo Dejas Correr
Erika y Omar nunca se han visto en persona, pero se cruzaron en un espacio donde las palabras pesan más que la presencia. No se conocen, pero se entienden, aunque sea para contradecirse.
Erika: La que Derrama
Erika anda por la vida con la certeza de que todo tiene un significado. No soporta la idea de que el sufrimiento sea en vano, de que el dolor solo sea un eco sin sentido. Escribe sobre los "grandes maestros de la vida" —el corazón roto, los bolsillos vacíos, el fracaso, la soledad, el tiempo— porque necesita creer que cada herida deja una enseñanza, que cada caída es un peldaño más en la escalera del crecimiento personal.
Para Erika, las adversidades son parte de un plan, aunque no siempre lo entienda. Su vida no ha sido fácil, pero ha decidido narrarla como un proceso de evolución. Sus palabras tienen la textura de un bálsamo: suaves, alentadoras, listas para envolver el golpe en un envoltorio filosófico. No es que niegue el putazo, pero lo traduce en una lección. No se queda en el dolor, lo convierte en mensaje.
Omar: El que Bebe
Omar no tiene paciencia para esas narrativas. No busca enseñanzas en los putazos de la vida porque sabe que a veces no las hay. Escribe con el filo de alguien que ya probó la sangre y sabe que no siempre hay moraleja. Para él, un corazón roto es solo eso: un corazón que duele, sin necesidad de convertirlo en un poema sobre resiliencia. La pobreza no es una maestra, es una chinga que te obliga a moverte o te hunde. El fracaso no es un camino al éxito, es solo la confirmación de que a veces las cosas no salen bien.
Para Omar, la vida no es un rompecabezas con piezas destinadas a encajar. No hay guion, no hay lección secreta esperando ser descubierta, solo hechos crudos y la capacidad de decidir qué hacer con ellos. Su manera de vivir es simple: aguantas o revientas, pero no le pongas moño a la madriza.
El Encuentro de Posturas
Cuando Erika expone su visión sobre la vida, Omar la desmonta. No con odio, sino con brutalidad. "Eso es una justificación", dice. "No aprendes del sufrimiento, solo te transforma hasta que revientas en otra cosa. Y al final, lo que realmente duele no es la adversidad, sino la falta de control sobre ella."
Erika lo lee, frunce el ceño, tal vez sonríe con incredulidad. ¿Cómo puede alguien vivir sin tratar de encontrarle sentido a lo que duele? ¿Cómo es posible aceptar el sufrimiento sin intentar convertirlo en algo más? Para ella, es un acto de resistencia narrarlo de otra forma. Para Omar, eso es solo perder el tiempo.
¿Quién tiene razón?
La realidad es que ambos están en lo cierto. La postura de Erika es subjetiva, pero válida. El ser humano necesita relatos para sobrevivir, necesita creer que el sufrimiento tiene sentido, porque sin eso, la existencia se vuelve un caos incontrolable. Su enfoque le da estructura a la vida, aunque esa estructura sea fabricada.
Omar, en cambio, es puro realismo. No endulza nada, no maquilla el dolor, no le pone alas de mariposa al putazo. Sabe que la vida no pregunta antes de golpear y que, en el fondo, lo único que uno puede hacer es decidir si se levanta o se queda en el suelo. Su visión puede parecer dura, pero es la más práctica. Si hay un putazo, lo aguantas. Si sangras, tragas la sangre. No pierdes el tiempo preguntándote si la herida tiene un propósito.
Pero hay un detalle: la vida no es una sola historia, sino la suma de muchas perspectivas. Un día puedes ser Erika y al siguiente, Omar. A veces derramas, a veces bebes. A veces encuentras significado en la adversidad, y otras veces solo tragas el dolor sin esperar una lección.
El Putazo Final
Porque al final, la vida es así. Un día, Erika creerá que ha entendido todo, hasta que la vida la golpee con algo que no pueda justificar. Y un día, Omar pensará que todo es solo una mierda sin sentido, hasta que un momento de paz lo haga cuestionarse si tal vez, solo tal vez, algunas cosas sí pasan por algo.
Pero pase lo que pase, algo es seguro: el putazo siempre llega. Lo único que puedes decidir es si lo bebes o lo derramas.